El pobre Bartolillo, el juglar, por más que intenta quitarse de encima a la reina Sofea, no hay manera. Ella no le deja ni a sol ni a sombra y no para de hacerle arrumacos, a la vez que busca infructuosamente algún sitio donde quedarse a solas con él, con intenciones lujuriosas. Pero Olvido lo tiene todo controlado y, por si fuera poco, por la zona de la “Fuente de los tres chorros” anda la Eusebia, que también es de las mejores en el arte del cotilleo. Hasta Honorio, que el hombre anda mal de la próstata, andaba por allí “a cambiar el agua al canario”. Sofea se va en busca de otro sitio más solitario, seguida con resignación por Bartolillo.

Reina y juglar copia